Capítulo 3: Razón para vivir

Capítulo 3: Razón para vivir

La depresión no solamente afectó a las amistades y a los padres de Ángela, también llegó a Paul, aquel chico castaño-pelirrojo que había amado demasiado tiempo a aquella chica castaña de cabello ondulado y ojos marrones.

Paul siempre se había caracterizado por ser una persona de apariencia fría e insensible. Era realmente raro que el mostrara alguna emoción, especialmente de tristeza o de amor, ya que siempre tuvo como ejemplo que las relaciones de pareja no funcionaban, que el enamorarse de alguien mas no tenia ningún sentido ya que siempre terminabas herido. Pero cuando conoció a Ángela, por parte de su madre quien era muy amiga de la madre de la chica, sintió algo en su corazón moverse, algo que le decía que debía ser su amigo, que debía protegerla y estar con ella el resto de su vida. Aquella fue la primera vez que Paul sintió la necesidad de estar al lado de otra persona para sentirse bien, fue la primera vez que necesitó la atención de una persona en especial, y después de que definió aquellos sentimientos como amor, muchas mas emociones se desencadenaron.

Solo que como ellos dos no estaban en la misma escuela, tan solo se veían cuando salían de sus casas con sus familias o cuando él la invitaba a salir, Ángela consiguió un novio de su misma escuela, y también de su edad. Porque Paul era 2 años mas grande, y no era que le importara, pero no sabía aun si a ella le importaba eso de la edad.

El día que él había querido confesarle sus sentimientos, después de haberlo pensado por tanto tiempo, de haberse casi auto abofeteado para arrancar la cobardía de su ser, Ángela se adelantó y le dio la noticia de su nueva relación sentimental, y él, siendo siempre su mejor amigo, no pudo hacer nada mas que sonreír lo mas sincero que podía, tratando de ocultar las lágrimas y recogiendo los pedazos de su corazón roto.

Aun después de eso, siempre supo que no podría dejar de quererla ni aunque deseara olvidarla, porque ya lo había intentado y le había causado mas dolor aquello que ser el único que diera ese amor, por lo que simplemente el se quedó a su lado para cualquier cosa que ella quisiera, pero sobre todo, para seguir siendo el mejor amigo que ella siempre quiso, y que siempre había sido.

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Habían pasado dos meses desde que Ángela era Sakura y las cosas transcurrían de lo más normal en la escuela para la chica. Era todo demasiado aburrido a veces para su gusto, y cuando tenia tiempo de ponerse a pensar, siempre se preguntaba si en algún momento llegaría alguna señal para saber que debía hacer. Su conciencia no le ayudaba mucho ya que se encontraba en la misma situación, sin saber nada al respecto.

Muy pronto Sakura se había vuelto a hacer amiga de las amigas que en su anterior vida habían sido las mejores con las que había contado. Michelle, Yuki y Melisa no habían cambiado en nada a como eran antes, excepto cuando alguien llegaba mencionar por accidente lo del incidente con su antiguo yo, era cuando sus miradas se tornaban sombrías y sus ánimos decaían por un momento.

En cuanto a Eduardo, Sakura lo había encontrado un poco menos animado a como solía ser. Se habían vuelto amigos desde que los sentaron juntos en una actividad de la clase de español, en la que Eduardo había insistido en que Sakura no podría saber demasiado sobre el idioma y le pidió a la profesora que la dejara sentarse junto a él por si no entendía algo.

Para él, era como si la chica pelinegra tuviera un efecto de imán, porque simplemente lo atraía demasiado. Estaba comenzando a dudar de si era atracción de la que uno siente cuando se enamora o si simplemente era curiosidad por conocer a la nueva integrante de su grupo.

Cada vez que Eduardo pensaba que era enamoramiento, se recordaba a si mismo que su corazón solamente pertenecía a su novia, que aunque ya no estuviera en ese mundo, nunca la podría olvidar por haber sido tan significativa a sus escasos 15 años. Y era en momentos como esos en los que Sakura notaba que Eduardo se ponía serio y en sus ojos se veía una profunda tristeza que solo quien ha perdido a un ser muy amado puede entender.

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Hubo un día en el que Sakura salió de su entrenamiento de natación e iba a ir a su casa. Era temprano en la tarde aún y sus padres estaban ocupados, pero había transporte público circulando cerca de donde se encontraba la alberca.

-Ya me voy, hasta mañana – dijo Sakura a su entrenados después de recoger su equipo en la maleta.

-Adiós Sakura – le respondió Daniel y la chica sonrió para sus adentros. En su anterior vida ese chico había sido su amor platónico cuando iba a natación y ahora también lo era. Sabía que nunca podría suceder nada entre ellos, solo le gustaba su físico y eran amigos. Era como cuando ves a alguien apuesto y solo dices “oh, es guapo” y no hay nada más.

Caminó dos cuadras y no tardó en encontrar un camión para subirse. Cuando pagó y se dispuso a buscar algún lugar en donde sentarse se dio cuenta de que todos los asientos estaban ocupados, por lo que no tuvo de otra más que caminar hasta el final y quedarse parada ahí. Iba a mitad de camino cuando una mano le tocó el hombro y un apuesto joven de piel pálida, cabello castaño rojizo y lindos ojos verdes le cedió el lugar.

-Gracias – le dijo Sakura al chico y fue cuando vio su rostro que sintió su corazón latir deprisa.

-No es nada – dijo él y se quedó parado al lado de ella.

Sakura estaba más que sorprendida. Tenía tanto tiempo de no verlo pero aun así su cuerpo no lo había olvidado, o al menos su memoria ya que este cuerpo nuevo no era originalmente de ella. Por meses estuvo pensando en algo que fuera una razón válida para que incluso reviviera pero no encontraba ninguna respuesta. Pero fue en ese instante en el que pensó que Paul podría ser una de las respuestas, porque si no ¿Por qué otra razón su corazón se aceleraría como lo hacía cuando estaba en su anterior vida?, ¿Tal vez estaba destinada esta vez a estar con él?

Mientras Sakura estaba dentro de sus pensamientos y en unas pláticas con su conciencia Paul la estaba observando. Por alguna razón no podía retirar su mirada del cuerpo de la chica y aquello era sumamente raro puesto que no había mirado a alguien más en tanto tiempo, siendo específicos, desde que estaba enamorado de Ángela. Recordó cuando le tocó el hombro. Un solo roce a esa piel blanca que se encontraba mojada por las gotas de agua clorada que caían del cabello de ella y sintió la misma corriente eléctrica y las mariposas en el estómago que sentía cuando tocaba a Ángela.

Quería hablarle pero a la vez tenía miedo. No sabía que decirle y lo más seguro era que pensara que era un loco si le decía “Oye me haces sentir lo mismo que mi enamorada muerta”. Seguramente ella correría asustada.

Salió de sus pensamientos cuando Sakura se levantó y presionó el botón de llamada para bajar y se dio cuenta de que también debía bajar ahí. Caminó detrás de ella pero no porque la estuviera exactamente siguiendo, sino porque él vivía por esa área.

-¿Vives en esta colonia? – pregunta Paul acercándose a Sakura, asustándola un poco porque no le había estado prestando atención.

-Si, en esta calle – señalo con su brazo la calle por la que iban caminando

-¿De verdad?, ¡Yo también! – le dijo él señalando su casa que se encontraba en la esquina de la calle.

-Entonces somos vecinos –

-¿Te acabas de mudar?, nunca te había visto por aquí – sin darse cuenta se quedaron platicando recargados en la pared de la casa de, pelirrojo.

-Por cierto, soy Paul – extendió su mano para saludar a la chica de ojos verdes.

-Sakura – y al tomarse de la mano ambos sintieron la misma corriente eléctrica recorrer su cuerpo.

-Paul ¿Estás ahí? – se escuchó la voz de una mujer desde el interior de la casa del chico

-Si – respondió alzando la voz. Se puso de pie y con un último apretón de manos a Sakura se despidió – Me tengo que ir, espero nos veamos pronto –

-Hasta luego –

Y Paul entró a su casa con el corazón latiendo a mil y el pensamiento de que ya conocía a la chica de toda la vida, aunque apenas hace unos minutos haya escuchado su nombre. Y Sakura regresó a su casa con una pequeña sonrisa por haberse encontrado con aquel chico que siempre quiso pero que por razones del destino tuvo que ocultar su amor y engañar a su corazón haciéndolo creer que amaba a otra persona.

Esperaba pronto poder encontrarse de nuevo con él y volverse alguien importante en su vida. Lo único que le preocupaba era como le explicaría quien era en realidad.

Y pronto Paul se daría cuenta de que tendría nuevamente una razón para vivir.

 

 

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